CARPE DIEM CAPITULO 10

  Capítulo 10


El perro del abuelo Alberto, era un pastor alemán magnífico. Se llamaba Nebi , nombre de galleta…por cierto muy ricas y escasas en nuestra familia.
Era un hermoso animal, lo bañaba en la bañera de casa , dejaba tropecientos millones de pelos, que la criada Juanita , se encargaba de limpiar.
Un buen día, y de repente, el perro desapareció. Según cuentan las crónicas, mordió a una modista que venía por casa a tomar medidas a la abuela, para hacerle un hábito franciscano.
El pobre animal fue sacrificado en la perrera municipal, por dar rienda suelta a la rabia, a su bella animalidad. La pena es que no mordiera también a la abuelita…¡¡¡
¡Pobre bicho¡¡¡Fernandina, sentía por él, una mezcla de complicidad y cariño. Le hubiera gustado ser perro, para hacer lo propio, morder y morder con ahínco, todo lo que se le pusiera por delante.
Dicho vestuario,(el hábito franciscano), era la consecuencia de una promesa que hizo, con la intención de que si su hijo pequeño, se curaba la tuberculosis, llevaría ese dichoso y horrible vestido, de por vida.
Lo más increíble y extraño, es que el tío Enrique, murió a causa de esa enfermedad, y ella siguió con ese hábito , a pesar de todo, hasta su funesto final.
Algo le decía a Fernandina, que ese vestuario sería su mortaja, por tozuda y cerril.

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