LLORANDO




En la esquina de mi calle
había un lobo llorando,
a las cinco de la tarde.
No me sorprendió,
ni nada.

Solo el silencio vacío,
que a los dos nos inundaba.
Sus tristes ojos oscuros,
simplemente me miraban.

En la esquina de mi calle,
solo el silencio callaba.
A duras penas llorando.

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