OLAS

¡Esa congoja que se moja en el deseo que tengo de ti…!    

El silencio,  Es la cuna donde se mece el pensamiento.    

Asombrosamente triste, mi sonrisa se desdibuja. Lentamente,  bajo de la soledad a la consciencia, pongo los pies en el suelo, y por un momento, he dejado de soñar…  

Levemente, las caricias transcurren por la piel y la fría tarde espera en la calle. Leves son los días que vacíos pasan sin estación, sin parar sin descanso. Se escapan mis manos, escribiendo, soñando tu mirada dulce y ausente. Leves son los versos buscándote. A pesar de todo, el deseo persiste, resiste…        

  Tocar hasta que duelan las manos, porque el amor me deja Lo pide. Tocar lo posible tu piel de terciopelo, hasta que las manos se agoten. Tu piel lo solicita, reclama las caricias. Solo cariño y paz. tocar hasta el alba…

  HERENCIA   El oficio de hacer un poema al huevo de madera, que mi mamá usaba   para zurcir calcetines. Como un recuerdo entrañable, imponderable. Memoria de paciencia, pobreza pusilánime. Cada vez que lo uso, se remueven las tripas de tanto amor perdido, tanta sabiduría. El huevo de madera, se deja acariciar por los calcetines rotos   y mis manos. El corazón de mamá, está dentro… Ya hice el poema.

  Le eché un chorro de vino al poema, y el sofrito me salió perfecto. Se ocultaba en la orilla del fuego, pero lo encontré sonriendo irónico.  

  Agarradita al silencio, como a la noche esa luna. Agarradita tu piel, esa cara de aceituna. Agarradita me tienes, al recuerdo… Deshaciéndose mi voz, los versos en la penumbra.

Me cuesta un montón no pensar con el corazón. Es un cóctel de tristeza y sinrazón; De amor, sin pan ni cuchillo. A destajo, en la intemperie. Desequilibrio perfecto. Pensar con el corazón o sin él. Yo ya no sé… es locura, eso se ve.   Tu mirada perturbadora, Me lleva por mal camino…    

  Como una rosa, reposa mi corazón sin culpa. Vete a saber lo que imaginas. No ocurrió nada,   solo eso…

  Eres mar, eres sosiego, eres lluvia, eres tormenta. Eres agua; gota a gota, apagas el fuego que llevo dentro. Por el aire te presiento.  

    OTOÑO Ese viento, que se lleva las hojas y el pensamiento; Silencioso movimiento. Cantan su voz amarilla, los árboles, y los siento, desnudándose sin tiempo…

  Así era tu luz con la vela brillando a medianoche, suficiente, anhelante. Y la mirada,   llevándome lejos, al mar en el horizonte.

  Donde el corazón me lleve, dibujaré   una sonrisa, con tu caricia más leve.