OLAS

  Imprudente, beligerante, efusiva; la rima se oculta bajo la alfombra. El tiempo que pasa inmensamente, no sabe de ella, ni de la lluvia, ni de los besos. Ahí sigue, violenta y persuasiva, esperando que amaine la tormenta, para salir a voces, gritando su desasosiego.    

  Le eché un chorro de vino al poema, y el sofrito me salió perfecto. Se ocultaba en la orilla del fuego, pero lo encontré sonriendo irónico.    

  Me gusta la sonrisa de tu nombre, sin tregua, sin rumbo, perdida en el infortunio. Océanos de risa y extraños subterfugios. Me gusta la sonrisa,   lo admito. Me esclavizo en ella,   como si te supiera sin saberte.

  Naufragando en tus sonoros bostezos, y los besos. Canta el mirlo en la ventana. Y amanece…

  A mandarina huelen mis manos de tanto verso… A hierbabuena tu voz de almendra por los meandros del río. A mandarina coloreando por las esquinas se va la tarde. A pensamiento duelen los besos que ya presiento.