EN LA ORILLA DEL FUEGO.
Le eché un chorro de
vino al poema,
y el sofrito me salió
perfecto.
Se ocultaba en la orilla
del fuego,
pero lo encontré
sonriendo irónico.
Le eché un chorro de
vino al poema,
y el sofrito me salió
perfecto.
Se ocultaba en la orilla
del fuego,
pero lo encontré
sonriendo irónico.
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