RELATOS CONFINADOS. 69-70




Esas franjas horarias desconfinadas, que nos imponen como corsés bien apretados; de 10 a 12 y a encerrarse otra vez. Ya es suficiente! Y una mierda, por una vez desisto, desobedezco. Saldré con la luna menguante, al amanecer y con las calles vacías, todas para mi.


Esta mañana, en la Avenida de Vallbona, me he encontrado con Paz y Lidia, hacía años que no las veía, hemos caminado juntas un rato, sin abrazarnos y con las mascarillas puestas. Qué alegría encontrarlas! 
Al cabo de un rato nos hemos encontrado con el marido de Rubí. Ella no ha salido porque ayer se dio un tute de andar, y hoy estaba reventada. Cosas del confinamiento.


Hemos quedado que cuando abran los bares, nos veremos en el Amsterdam, para hacer unas birras, aunque sea a dos metros de distancia cada uno…ja,ja,ja, ¡



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