CARPE DIEM CAPITULO 24
Capítulo 24
Fernandina, a pesar del otoño, se ponía a tomar el sol en el balcón, en pelota picada, con lo que los vecinos,(los que estaban a su altura), podían contemplarla.
La abuela se desesperaba…¡¿cómo podía parar a esa niña impúdica, hija del pecado?
¡se condenaría en el infierno¡ No lo podía consentir¡
Por más que rezara por ella, no conseguía el milagro.
La sacaba de sus casillas, era imposible enderezarla. El camino recto, no existía para ella. Prefería mil veces las curvas, los desfiladeros, precipicios,; eran el territorio sobre el que mejor se movía. Así era, temeraria, indómita.
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