CARPE DIEM CAPITULO 25

 Capítulo 25


La muy condenada, asumía desde los doce años, cualquier responsabilidad.
Cuidar de los hermanos pequeños, cuando la madre iba a parir de nuevo. Besar a uno que nació muerto. Despedirse del abuelo, que para su desgracia, falleció justo al jubilarse.
Todos estos acontecimientos, forjaron un carácter fuerte, pero dolido. Le sirvió para resolver situaciones difíciles, que la vida le pondría por delante.
Sus pasos, la llevaron a vivir unos años en el colegio de las monjas.
El primer año, estuvo interna. El padre, que, por cierto se llama José, no podía con ella, y aconsejado por la abuela, la encerró. Ese año lo pasó ,como si de una cárcel se tratase, o un castigo. Se debía levantar a las siete de la mañana, vestir un horrible uniforme marrón, ir a misa, estudiar…¡¡¡
Esa educación represiva, lejos de reformarla, alimentó hasta límites insospechados, su rebeldía. Le dijo a su padre, que si no la sacaba, se escaparía. José, impotente , al fin cedió.
El segundo año, la pusieron a media pensión. Y el ultimo , comía en casa de la abuela. No estudiaba, armaba broncas y novillos en la escuela. Una tarde, llegaron a irse media clase al cine. Las monjas le dijeron al padre, que, o se iba o la expulsaban, con lo que acabó sacándola, y la apuntó en el Instituo de Enseñanza Media.


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