CARPE DIEM CAPITULO 30
Capítulo 30
En la familia de Fernandina, son de llanto y risa fácil.
Los zapatos se llenaban de polvo y silencios.
Bajo la cama guardaba los secretos, los besos, los versos, los libros prohibidos.
Esos de Unamuno, que le llenaron la cabeza de pájaros, a los dieciséis años; le abrieron la mente. Comprendió la mentira en la que vivía, decidió cortar por lo sano.
Gotas y gotas de humor ácido, salían de su pluma, con desparpajo y sinvergüenza, escandalizando a niños y grandes. Le importaba un bledo lo que pensaran los demás. Hacía siglos que soportaba las críticas, las miradas del vecindario, por cierto fulgurantes…
Estaba harta; hasta los mismísimos ovarios.
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