CARPE DIEM CAPITULO 34

 

Capítulo 34

El otoño se ponía en el color de cada nube.
Sus pensamientos, lejos de entristecerse, tomaban brío, eran cada vez más claros y diáfanos.
Siguió escribiendo. Cambió la mesa de sitio, fuera de las fauces del agua.
En un nuevo cuaderno, recogió y recopiló, recompuso los versos, creando de nuevo…
Los poemas perdidos, ya eran otros.
Esta vez, mucho mejores.
Sus amantes varones, la enseñaron a cocinar. La verdad es que no tenía muchas artes, para esos menesteres.
Se lo montaba mejor en la cama, o con la literatura.
Nadie es perfecto , ya se sabe. Todo no se puede tener en esta puta vida.

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