CARPE DIEM CAPITULO 41

 

Capítulo 41

Leónidas, buen amigo, del que ella estaba enamorada, era escritor.
Fernandina, le escribía poemas y cartas; como esta:-Tengo pendiente un hambre, se columpia deseosa por mi collar de baratija…¡-
Sus zapatos sonreían, brillaban bajo la lluvia. Por dentro, envejecían, como un maleficio oculto .
Ultimamente , los escritos del amigo, escaseaban, eran una declaración de intenciones ,una justificación.
Sus pasos eran lentos, pero seguros.
Necesitaba distancias , para objetivar y narrar historias.
Otro buen colega, Luis, profesor de Literatura en la Facultad de Letras, la aconsejaba, la ayudaba con los poemas y relatos. Fernandina , agradecida le echaba unos polvos de muerte. Solo para huir de tedio y el aburrimiento.
La vida que llevaban era bastante monótona, carente de sentido, a veces.
Era un solterón bien conservado, con cincuenta años a cuestas; había corrido mucho mundo, y estaba de vuelta de todo, o al menos, eso decía.

 

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