CARPE DIEM CAPITULO 49

 

CAPITULO 51

 

A la abuela se la hacía cada vez más difícil entrar en la cocina, y encender el gas para guisar; a penas veía. Así que fue fácil imaginar la forma de cargársela. Un día que estaban solas las dos, la abuela, como de costumbre, hacia la una de la tarde, fue a la cocina para hacer la comida. Llenó la olla de agua y la puso encima del fogón, abrió el gas, fue a por las cerillas , pero no estaban en su sitio…¡¡¡busca que busca, no las encontraba,¡¡¡el gas se escapaba, por el quemador.,¡¡¡

Se olvidó que lo tenía abierto, es lo que tiene ser viejo…

Preguntó a la nieta si las había visto…¡Dichosa caja¡…¿para qué coño las había cogido la niña?...es que no tiene remedio.

Fernandina estaba en la calle, contemplando las palomas, arrullada por sus especiales gorgeos ligones.

Había escondido las cerillas en el cajón de la mesita de noche de la abuela. Al fín las encontró, cuando llegó a la cocina, prendió la cerilla y ¡PUM¡¡¡, todo el gas concentrado explotó , se quemó la cocina y la abuela, que falleció en el lugar de trabajo, como buena ama de casa.

La niña ni se inmutó. Sonrió maliciosamente, y pensó, al fin, todos viviremos algo mejor…¡¡

Se acabaron para siempre las pesadillas, los malos rollos y la tristeza.

Desde ahora, nunca más viviría entre sombras. Sólo la luz la guiaría.

La sirena de los bomberos se acercaba , cada vez más….Para la abuela, era demasiado tarde.

 

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