CARPE DIEM CAPITULO 50

 

Capitulo 52

 

Fernandina siguió  sus pasos hacia el abismo, llenándose  de lunas, aventuras y poemas.

La rutina, la cotidianidad, formaban parte de su vida, como si de un caparazón, una

mascara se tratara. Se repetían las ilusiones, aciertos, fracasos.

Con el paso de los años, sus carnes se fueron ajando. La tranquilidad, la pausa hacían mella en su alma, inquieta y fiera.

La mirada seguía buscando cómplices ; sus gestos eran caricias al viento.

Las lunas eran las mismas, acudían a la cita, con idéntico brillo, pero menguantes o crecientes.

Mensualmente lejanas, pero redondas y puntuales.

Los poemas eran cada vez mejores; .después de cuarenta y tres años escribiendo, forzosamente, como el buen vino, ganaban en calidad.

¡Después de  todo mereció la pena vivir¡

Si más no, quizás algunas palabras, quedaran bajo las piedras. Como un mensaje.


Y COLORÍN COLORADO...

CARPE DIEM 10

Capitulo 42

Tenía el presentimiento , que esa noche iba a ser fuerte.

Iría al bar donde Leónidas es asiduo y, con escusa o sin ella, lo vería.

Trabajaba en el negocio de las flores, siempre funciona.

La gente muere, se casa, nace, celebra cumpleaños y, también ama.

Cuando llega el día de Sant Jordi, los enamorados, regalan flores.

Y los que no lo están, también.

Hay de todo tipo, rosas, claveles, crisantemos, gladiolos, estirlicias, azucenas, violetas, orquídeas…etc. un sinfín.

La tienda es una cueva de olores.

Tiene toda clase de plantas exóticas, semillas, macetas, abono y tierra.

Sólo falta que se llene de pájaros trinando, y ya tenemos una selva en medio de la ciudad.

Estaba ubicada en el barrio del Eixample de Barcelona;

exactamente en la calle Balmes esquina Provenza.

Al lado de un hospital privado, con lo que tenía garantizada la venta, en todos los nacimientos, y defunciones…o casi.

Le hacía poemas a las plantas;

en las tarjetas que ponía en los ramos o centros de mesa, también en las coronas… en eso era una experta.

La gente lo sabía, y acudían desesperados , solicitando bellas palabras, que ella regalaba.

En esos momentos tan especiales, la emoción embarga al personal, y no están para lirismos, sino por la faena…los afectos no son buenos para la razón…o sí.

 

Abril  2010

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